Le daba miedo nadar, luego el agua se convirtió en su elemento. Y hoy, Giorgio Minisini no sólo es un atleta con multiples medallas a nivel mundial en natación artística, sino también uno de los poquísimos hombres que compiten en una disciplina que comúnmente se piensa que es sólo para mujeres. Un deporte que también gracias a su compromiso se ha vuelto más inclusivo. Desde 2024, de hecho, los Juegos Olímpicos de París también se han abierto a la participación masculina en las pruebas por equipos.
"Soy el tercer hijo de una entrenadora de natación artística, Susanna De Angelis, así que crecí junto a la piscina, pero sólo me di cuenta de que ése sería mi mundo cuando vi por primera vez al nadador artístico Bill May. En las competiciones olímpicas de natación artística de aquella época sólo se permitía participar a las mujeres, pero el equipo estadounidense estaba presionando para cambiar esa tradición, que ya era anacrónica en aquellos años", recuerda Minisini.
El deporte, más allá del género
Para él, esa disciplina era 'sin género', la practicaba en su familia, con sus primos. Pero para todos los demás era 'diversidad'. Así que, además de demostrar que era bueno en el deporte que había elegido, tuvo que llevar a cabo una misión adicional. "Tenía que convencer a la gente de que no había nada malo en lo que hacía. Tuve que luchar contra los estereotipos de que si eres nadador artístico, entonces eres inevitablemente homosexual. "Ah, ¿pero entonces no eres marica?", me preguntaban. Y tuve que indicar varias veces que, aunque si hubiera sido gay, eso no tendría nada que ver con mi rendimiento deportivo", dice Minisini.
Bullismo, en plena adolescencia. 'Al ser el primero en mi disciplina tenía el camino despejado desde el punto de vista deportivo, pero tuve que hacer frente a muchos otros obstáculos y muchas partes del camino me las perdí, no las disfruté tanto como me hubiera gustado. Ahora tengo 27 años, unos hombros fuertes y una piel dura. Me siento cómodo conmigo mismo, pero sé que no fue fácil llegar a donde estoy hoy. Durante años, para los demás, sólo fui "una niña rara", hoy soy un atleta. Y todos los hombres que quieran practicar mi deporte a partir de ahora ya no serán víctimas de una etiqueta", prosigue Minisini, que no por casualidad eligió titular su autobiografía "Il Maschio".
Sobrevivir a la competencia
Pero no sólo prejuicios. La natación artística le ha enfrentado a muchos otros retos: la competitividad, la presión de las competiciones, la competición. "Al principio, vivía para ganar y las derrotas eran sólo un motivo más para hacerlo aún mejor la próxima vez, para lograr otra victoria. Luego, las cosas cambiaron cuando me di cuenta de que me gusta la competición pase lo que pase. Aprendí a practicar el desapego, a establecer prioridades.
Y, sobre todo, cambió su juicio sobre sí mismo: "Antes estaba muy apegado a las expectativas y a los resultados. Tanto que me volví bulímico. En un deporte como el mío, en el que no hay cronómetro sino que sólo cuenta la valoración de los jueces, los trastornos alimentarios son muy frecuentes. Una vez más, se cree que es un problema exclusivo de las mujeres, pero no es así: todos somos seres humanos. En mi caso, fue Enrica, mi novia por aquel entonces, quien se dio cuenta de que algo iba mal'.
Cara a cara con la depresión
Ella le empujó a hablar de ello e hizo lo mismo hace poco, cuando Giorgio se enfrentó a un nuevo reto: la depresión. Decidí tratarme, ir a terapia, porque no acepto que mi enfermedad mental pueda hacer sentir mal a los demás. Y decidí hablar de ello porque es fundamental demostrar que no hay nada de lo que avergonzarse. Somos personas y tenemos que cuidar de nosotros mismos".
La clave de todo: la autoaceptación. "Siempre habrá algo que no guste a alguien, pero si vamos constantemente en busca de la aprobación de los demás, nos olvidaremos de quiénes somos. Deberíamos, en cambio, ir tras lo que nos gusta. Y hacerlo teniendo a nuestro lado a personas que nos comprendan de verdad. Esto es lo que saco de mi historia y lo que -concluye Giorgio- espero aportar a los demás: hace falta valor para abrir nuevos caminos, pero si no lo intentamos por miedo al juicio de los demás, sólo corremos el riesgo de perdernos a nosotros mismos".
Giorgio Minisini, il campione contro stereotipi e bullismo - ilSole24ORE