El cloro, gracias a sus notables propiedades oxidantes y desinfectantes, es el producto desinfectante más popular para tratar el agua de las piscinas.
Pero, ¿es malo el cloro para la piel? En primer lugar, el nivel de cloro presente en las piscinas públicas está regulado por el Ministerio de Sanidad, por lo que, en las dosis indicadas, rara vez crea reacciones molestas como enrojecimiento con picor, irritación, aparición de manchas rojas... No obstante, es importante que todos los aficionados a la natación presten atención a algunos buenos hábitos para proteger la salud de sus tejidos cutáneos.
El cloro, gracias a su acción desinfectante y antibacteriana, protege la piel de las micosis, es decir, de los hongos, y de las verrugas que se pueden contraer en la piscina al caminar descalzo por el borde de la misma.
Pero, al mismo tiempo, altera la película hidrolipídica de la piel, una fina capa de grasa que la protege de los agentes externos, sobre todo si se pasa mucho tiempo en el agua: en estos casos, la piel puede notarse más seca, tirante y menos elástica. Existen varios remedios para proteger la piel del cloro de la piscina que provoca sequedad y aridez, como darse una ducha tibia antes de entrar en la piscina, para que la piel absorba el agua limpia, limitando durante un tiempo la absorción del agua de la piscina que contiene cloro, y también para eliminar el sudor, que entra en contacto con el cloro y produce cloramina, un irritante sobre todo para las pieles sensibles. Después de nadar en la piscina, es importante ducharse con detergentes suaves, a ser posible con una formulación a base de ingredientes lipídicos de origen vegetal, secar sin frotar la piel y aplicar a continuación una crema de acción calmante, hidratante y protectora. Si todos estos cuidados no son suficientes, existen cremas que contienen omega-3 y vitamina E, que actúan como barrera contra el cloro y que deben aplicarse sobre la piel antes de entrar en el agua. Estos productos, además de contrarrestar la absorción del cloro por la piel, reconstituyen la película hidrolipídica de nuestra piel, previniendo los daños causados por el propio cloro. No obstante, en estos casos es aconsejable consultar a un dermatólogo, que valorará los mejores productos y terapias.